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¿Qué sientes y piensas cuando escuchas “cambio climático”?
Es común percibir este fenómeno como una amenaza abstracta, un tanto invisible y diferida en el tiempo que nos lleva a un estado pasivo y apático por su complejo alcance y entendimiento (Brosch, 2021). Cuando nos sentimos rebasados por un problema, solemos pensar que las acciones que llevemos a cabo no harán ninguna diferencia, ¿y es esto cierto ante la crisis climática?
Toda acción que llevemos a cabo para ser parte de la solución podrá tener un impacto positivo a cierta escala, pero sí consideramos que solamente 4 países emiten el 54% de las emisiones totales de dióxido de carbono, entonces podemos deducir que las acciones colectivas son clave para generar cambios significativos, estructurales y sistémicos (UCS, 2020).
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Los grandes emisores de gases de efecto invernadero tienden a responsabilizar al individuo y redimirse a sí mismos del impacto de sus acciones, promoviendo soluciones individuales con un lenguaje de facilidad y simplicidad. La inacción e incumplimiento de estos actores genera impactos mundiales que afectan a los grupos más vulnerables, por lo que es necesaria la movilización colectiva para demandar cambios en las prácticas gubernamentales y corporativas.
No obstante, una lucha colectiva se conforma de individuos movidos por una misma causa. Por lo que estas dos escalas (i.e. individuo y colectivo) se vuelven indivisibles. De manera que no podemos hablar de lo colectivo, sin lo individual. Una lucha colectiva, primero pasa por las ideas, anhelos y emociones individuales, ¿cómo nos apropiaremos de una causa si no la conocemos, sentimos y hacemos nuestra? Aquí es donde el individuo adquiere un papel transformador. El individuo puede cambiarse y cuestionarse a sí mismo, repensando los valores que guían sus acciones y cómo éstas afectan y transforman su entorno. El adquirir una consciencia respecto a nuestro papel en la sociedad, así como ser críticos durante este proceso, nos hace desplegar y asumir una responsabilidad compartida como seres sociales regidos por una moral que se nos recuerda que somos parte de una colectividad.
Lo anterior es importante asumirlo evitando caer en un individualismo que provoque que dejemos de ver a los demás, para vernos solamente a nosotros mismos. Bajo este pensamiento, si nos enfocamos únicamente en nuestras acciones porque dejan limpia nuestra conciencia, nos estamos enajenando de lo colectivo. El individualismo es cómodo y podríamos pensar que se puede coexistir de esta manera, pero si se vuelve dominante en una sociedad surgen fuertes problemas, pues dejamos de construir y mantener nuestras comunidades, para enfocarnos solamente en construir un mundo para nosotros y no para los demás.
Para abordar la crisis climática, requerimos hallarnos en relaciones con los demás y con una conciencia de éstas para construir visiones plurales de la vida. Si bien, a cada actor le corresponde implementar acciones proporcionales a su área de impacto e influencia responsabilizándose de su contribución al cambio climático. Como individuos que forman parte de una sociedad, reconozcamos la capacidad que tenemos para transformarnos y transformar nuestro entorno como seres histórico-sociales, articulando nuestras acciones individuales desde lo colectivo para que éstas impulsen cambios globales.
• Brosch, T. 2021. Affect and emotions as drivers of climate change perception and action: a review. Current Opinion in Behavioral Sciences, 42: 15-21.
• UCS. 2020. Las emisiones de dióxido de carbono por país. Recuperado de: https://es.ucsusa.org/resources/emisiones-de-co2-por-pais
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Artículo por
Sara Magdalena Pineda Torres
Gestora de ReLLAC-Jóvenes
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