¿Qué pasó con la COP26?

¿Qué pasó con la COP26?

Aunque hubo avances en algunos frentes, como la Declaración sobre bosques y uso de suelos y el Acuerdo para la reducción de las emisiones de metano, la inercia que con la que comenzó la cumbre fue desperdiciada.

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Las negociaciones de la COP26 concluyeron este sábado en Glasgow y el balance final de la Conferencia es decepcionante. Aunque hubo avances en algunos frentes, como la Declaración sobre bosques y uso de suelos y el Acuerdo para la reducción de las emisiones de metano, la inercia con la que comenzó la cumbre fue desperdiciada. Esto se debe a algunas limitaciones específicas de esta COP, pero, sobre todo, a las condiciones estructurales de este proceso. 

Las Conferencias de las Partes sobre cambio climático se celebran cada año desde 1995. El Protocolo de Kyoto, firmado en 1997, estableció metas vinculantes de reducción de emisiones. Pero desde la COP15 en Copenhague la estrategia ahora es más bien voluntaria, de forma que, bajo el Acuerdo de París, los países presentan sus propias metas de reducción de emisiones. La idea de esto es ejercer el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y que los países desarrollados —que son los principales responsables de esta crisis— postulen metas más ambiciosas que aquellos que apenas están comenzando a emitir grandes cantidades de carbono. Pero esto también ha dejado la ambición de algunas contribuciones a merced del vaivén político y, sobre todo, quiere decir que no hay un mecanismo para exigir que los países no solo mejoren sus metas, sino las cumplan. 

Por otro lado, también hay que poner atención a quiénes asisten a la Conferencia. Según un reporte de Global Witness, hubo más de 500 representantes de empresas de combustibles fósiles en esta COP, por lo que, de haber conformado una sola delegación, hubiesen sido la más numerosa de todas. Esto explica en parte por qué el acuerdo firmado en Glasgow, que es el primero en nombrar a los combustibles fósiles después de treinta años de negociaciones, apenas se limita a “reducir gradualmente” el uso del carbón y a terminar con los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles.  

Este énfasis en el uso de las palabras correctas no solo sirve para reducir la ambición de los acuerdos firmados, sino también para hacer parecer algunas metas y promesas como mucho más de lo que son. La estética del mensaje en los distintos foros de la COP puede ser más importante que las estrategias para reducir emisiones y proteger a las personas y áreas más vulnerables. Prueba de esto es que las delegaciones de algunos países implicados en políticas agresivas de deforestación o completamente despreocupados por el asesinato de quienes defienden al territorio pueden presentarse en la COP como los nuevos campeones climáticos y ejemplos a seguir. 

Sin embargo, la razón principal por la que esta COP no pudo proporcionar una solución a la crisis climática es porque estas conferencias no están hechas para eso. Porque los acuerdos a los que llegan los gobiernos en estas cumbres son un mero reflejo de la estructura política subyacente. En otras palabras, el único factor que realmente impulsa hacia adelante a estos acuerdos es la presión que el movimiento climático puede ejercer sobre quienes toman las decisiones. En ese sentido, tal vez una de las notas más positivas en Glasgow fue la manifestación del sábado 6 de noviembre, donde más de cien mil personas marcharon para exigir justicia climática, la demostración más grande en la historia de las COP. Si los sucesos más importantes para aumentar la ambición en las metas suceden fuera de la zona azul, fuera del área de negociación, el prospecto para la COP del próximo año, donde las restricciones a la protesta probablemente se traduzcan en menos espacios de vinculación, es relativamente oscuro. Pero si tomamos en cuenta la explosión que ha tenido el movimiento climático en prácticamente todo el mundo en los últimos años, esta COP no se ve como el fin, sino sólo como otro año perdido al principio de toda una década por ganar. 

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Artículo por

Guillermo Schoning García
Participante de Operación COP, jóvenes emajadores/as por el clima México

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